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domingo, 26 de julio de 2009

Ejercicio Cortazariano




Apenas él le recitaba el poema, a ella se le erizaba
el espiritu y caian en penumbras, en salvajes episodios,
en momentos exasperantes. Cada vez que él procuraba
recitar las inconclusas. se enredaba en un recitado
quejumbroso y tenía que abstraerse de cara al espejo,
sintiendo como poco a poco las palabras se vaciaban,
se iban desgajando, reduciendo, hasta quedar tendidas
como el absurdo de sentido al que se le han dejado caer
unas hojas de conciencia. Y sin embargo era apenas el
principio, porque en un momento dado ella se acariciaba
los pies, consintiendo en que el aproximara suavemente
sus genitales. Apenas se entrecruzaban, algo como el
climax los enardecia, los excitaba y extasiaba, de pronto
era el clitoris, la esplendorosa convulsion de las mareas,
la jadeante elipsis del orgasmo, los apremios del
placer en una pausa sobrehumana.
Luces ! Luces ! Abrazados en la punta del sillon, se sentian
respirar, jadeos y suspiros. Temblaba el aire, se vencian
las represiones, y todo se resolvia en un profundo contacto
en trazos de perfectas siluetas, en caricias casi crueles
que los trasladaba hasta el limite de sus deseos.

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