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miércoles, 16 de diciembre de 2009

Sobre el exilio




Exilio es como pensar en una figurita de Billiken de cuando era chico,
Los jujeños y el éxodo, Manuel Belgrano llevándolos hacia el Sur, abandonando
todo para luego encontrar algo, huir, escapar del enemigo, reagruparse y volver.
Ese fue el primer exilio que conocí creo, aunque tuve muchos otros exiliados
en mi vida.
Exiliados y presos políticos, recorrieron el camino de salir de una América
que los expulsaba para intentar otra, estos en cambio no volvieron como
los jujeños, perdieron su tierra y su patria para siempre.
Exiliarse es partir sin desearlo, es tratar de permanecer vivo aunque el dolor
de lo que se deja, rara vez pueda olvidarse. Seria como pretender tomar
un mate en Siberia. Entonces lo que se piensa, lo que se crea e imagina
pasa a tener valor de verdad, se borran los recuerdos y se esfuman para
fundirse con esas ideas creadas y entonces aquello que creíamos que
sucedió, nunca fue cierto, lo inventamos, construimos un mundo paralelo
al de los recuerdos, con sonido propio y leyendas urbanas salidos de
otra dimensión paralela.
Están también los que se quedan, los que nunca pudieron irse y otros
exiliados en su propio lugar.
Podríamos preguntarnos si el exilio es una fuga, si es desarraigo,
si somos de un pedazo de tierra, o simplemente terráqueos.
Aún así chocamos contra la huella clavada dentro de nosotros
mismos al dejar ese lugar de origen, esa pequeña plaza,
la musicalidad del idioma o simplemente sus colores.
Tal vez al crecer vamos exiliándonos, y alguna vez tenemos
la necesidad de volver a ese lugar donde estábamos.
El exilio es como el miedo, sentimos la muerte muy próxima
tememos perder nuestra integridad, nuestro sustento
y consideramos que así estamos mejor, mejor que quien,
mejor que los muertos, mejor que los que se quedaron
a mendigar por un pedazo de pan, mejor que el dolor
de los que nos extrañaran para siempre.
Siempre creí que sería fácil escapar para no ver el
rostro de la muerte, pero hoy ya no me lo resulta tanto.
Muchos dicen que somos dueños de lo que cabe en
un bolso muy muy pequeño, y si, quizás todo quepa
dentro de una notebook, o no.
Pienso que cuando uno parte para siempre, el otro
se queda con eso mismo que se quedaron los que no
se fueron. El exiliado en cambio, abandona lo amado,
lo anhelado, lo deseado y aún así debe irse, huir de
golpes militares, de la muerte, de la miseria, del
hambre, de ver morir a sus compañeros, huir por
salvarse a si mismo y a sus hijos.
Atrás queda la sombra de un camino que no existirá
más, ni aunque vuelva, será de otra ciudad de otro
perfume de otras luces de otras rimas y aunque
trate de olvidar no podrá. Solamente como la
canción permanecer y transcurrir hasta la vuelta,
ese regreso que aunque suceda, ya no volverá
a ser lo mismo.

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