En la ciudad de las sensaciones

Somos hablados por el deseo, habitados por su palabra. somos una huella calada profundo, resabio del inconciente colectivo. Memoria de aquel que d espertó teniendo hambre, dolor y frío, casi sin sentirlo, como sufrimiento estoico. Esa historia es la de millones. Los vemos en las pequeñas caras sucias que limpian los vidrios de los autos, o en los que cargan baldes de agua a través de minúsculos pasillos de construcciones precarias en las fotos de África (cuando no tienen noticias originales o para lograr distraernos). Nadie puede dejar de saber que vivimos en un mundo de profunda complejidad. Que es preciso estar más que atentos a los discursos grandilocuentes a las primeras planas a los que crean sentido a los inocentes y objetivos a los verdugos de mercado Las palabras pueden curar pero también enferman Pueden incluir pero también normalizan pueden albergar pero terminan excluyendo Lo bueno y lo malo no existen. En este ter...