Mi Lugar

Este relato arranca en el condominio con el número diecisiete. Ni el uno ni el cero, ni jueves ni lunes. Sábado de grises templados, bóvedas y cúpulas modelando el horizonte poblado de hojas amarillas que caen al frente. Vereda impar, esfuerzo impar, silbidos o cánticos de las aves matutinas. Hay dentro una cierta neblina, que se disipa cuando caminamos hacia las puertas. La entrada es salida. El camino tiende al sur o al norte. Como todo en un relato puede ser sutil, diseñar un recorrido es cerrarle la puerta a otro. Pierda el orden lector, nunca espere que en la vida el siete anticipe al ocho. Sepa que definir un lugar sin pensarse parte de él es difícil. Tanto como mirarlo desde miles de kilómetros de distancia, y no saber si este lugar es una nacionalidad o un sentimiento. Será por sus hielos permanentes, su costa bañada por el océano siempre frío e infinito, o por sus tierras fért...