Entre voces escuchamos
hablar de la
felicidad
como si fuera un lugar a donde llegar
o un proyecto de vida
Y entonces todo lo hacemos
por ella
y haciéndolo nos perdemos,
nos enajenamos,
perdiendo de vista
que ella,
no es más que
micro partículas de tiempo y de amor
átomos imperceptibles
imposible de alcanzarlos
como imposible es tomar
la lluvia y dividirla
en infinitas gotas de agua.
Y volvemos a dejar atrás
ese instante sublime
porque ya llegará la felicidad
o el paraíso.
Ausentes de conciencia,
sin que la espiritualidad
nos atraviese
y nos permita transitar
simplemente
nos volvemos autómatas
nos convertimos en seres predecibles
esponjas del mercado
Alejándonos
en forma permanente
de aquello que buscábamos
con pasión.
Al momento de despertar
de este sueño inducido
podemos inferir que
es tarde
Sin embargo
la paradoja es que aunque
fuera ese solo y
mínimo instante
vale la pena
estar vivo para contarlo.
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