Piel dura cuerpo sorprendido Sentido hecho jirones nubes complacientes Viento del Sur Las llamas se apagan un camino se dibuja entre medio de los cerros Como trazar un beso en la oscuridad o vestirse de incertidumbre si las certezas fallan Es incierto frágil como el día que se acaba De renaceres o de resurrecciones A flote saliendo de puerto una vez más Despidiendo a la montaña que te vio pasar Todo es calmo aun Voy al encuentro de lo velado al abrazo de la tierra a encontrarme Acompaña mi poesía la obra: Puerto de Frutos de CARLOS PAEZ VILARO
Palabras ciertas parecen letras sueltas anónimas evanescentes escondidas en el sentido Descubrirse atentando contra la propia verdad Desnudarse en el viento desgajarse El propio deseo como hojarasca en la niebla Como si quien condujera fuera otro Podría ser yin y yang o karma La fuerza de la lava emerge para arder todo alrededor Cansado de deambular y ávido por nacer Un vuelco torcerá el rumbo irá barlovento A buscar destino a dibujar rostros antiguos Sólidas formas en el cielo dibujan auroras multicolores El sol emerge curiosamente desde el Sur Su luz atraviesa enceguece La marea retoma la calma el volcán deja de gritar suenan guitarras al fondo voces ininteligibles susurran (Imágen creada por Copilot)
Este relato arranca en el condominio con el número diecisiete. Ni el uno ni el cero, ni jueves ni lunes. Sábado de grises templados, bóvedas y cúpulas modelando el horizonte poblado de hojas amarillas que caen al frente. Vereda impar, esfuerzo impar, silbidos o cánticos de las aves matutinas. Hay dentro una cierta neblina, que se disipa cuando caminamos hacia las puertas. La entrada es salida. El camino tiende al sur o al norte. Como todo en un relato puede ser sutil, diseñar un recorrido es cerrarle la puerta a otro. Pierda el orden lector, nunca espere que en la vida el siete anticipe al ocho. Sepa que definir un lugar sin pensarse parte de él es difícil. Tanto como mirarlo desde miles de kilómetros de distancia, y no saber si este lugar es una nacionalidad o un sentimiento. Será por sus hielos permanentes, su costa bañada por el océano siempre frío e infinito, o por sus tierras fért...
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